martes, 27 de junio de 2017

6 MENSAJES EQUIVOCADOS QUE DAS A TUS HIJOS CADA VEZ QUE FALTAS A MISA UN DOMINGO


6 mensajes equivocados que das a tus hijos cada vez que faltas a misa un domingo


Nuestros hijos no solo aprenden de lo que nos ven hacer: también sacan conclusiones de lo que nos ven NO hacer.


Por: Becky Roach | Fuente: Catholic-link.com 




¿Qué le estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando llega un domingo, ¡aunque solo sea algunos domingos al año!, y decidimos no ir a misa con la excusa que sea? Es lo que explica Becky Roach, madre de cinco hijos que vive en Ohio (Estados Unidos), en un post de su blog en Catholic Link:

Un padre no necesita mucho tiempo para darse cuenta de que nuestros hijos absorben todo lo que hacemos y decimos. Recuerdo la primera vez que escuché a mi pequeña de dos años soltar un largo suspiro y decir: “¡Oh, Dios mío! ¡No puedo más!”. Su tono y su expresión eran exactamente las mías.

A veces te das de bruces con tus propios pecados a través de las palabras y las acciones de tus hijos.

Recientemente acudí a un bautizo en el que el sacerdote recordó a los presentes que sería a través de sus acciones como los niños que iban a ser bautizados conocerían a Dios y cómo comportarse ante Él. Si el niño nos ve rezando, aprenderá que la oración es importante, pero si el niño no ve nunca en su vida comunicación alguna de la gente con Dios, aprenderá que la oración no es necesaria.

Aunque ninguno de nosotros es perfecto, tenemos la responsabilidad de intentar seguir los modelos de comportamiento que queremos que los niños imiten. Y los niños aprenden tanto de lo que hacemos, como de lo que no hacemos. Si no convertimos ir a la iglesia en una prioridad cada domingo, eso le está diciendo mucho al corazón de nuestros hijos sobre la fe y sobre la vida.

Hay seis cosas que los niños aprenden cuando te saltas la misa dominical.

1. Dios es importante, pero no tan importante.
Si Dios me encaja bien, magnífico, pero solo si me conviene. El fútbol, dormir o ...(pon aquí cualquier actividad)... son más importantes que hacer el esfuerzo de estar con Dios una hora a la semana.

2. Dios no quiere realmente decir lo que dice.
Sí, santificar las fiestas es un mandamiento de la Ley de Dios, pero... Dios no entiende lo atareado que estoy o cuántos hijos tengo o lo cansado que estoy, así que soy yo quien decide, según las circunstancias de mi vida, lo que Él quiere decir con ese mandamiento... y con todos los demás mandamientos. A nosotros nos corresponde seleccionar y elegir qué leyes de Dios queremos seguir.

3. La Iglesia no espera realmente de nosotros que aceptemos sus enseñanzas.
Sí, hay un mandamiento de la Iglesia de ir a misa los domingos, pero la Iglesia no comprende lo atareado que estoy o cuántos hijos tengo o lo cansado que estoy, así que soy yo quien decide, según las circunstancias de mi vida, lo que la Iglesia quiere decir realmente con ese precepto.

4. La misa va solo de mí y de lo que yo saco de ella.
Cuando vamos y venimos de misa según nuestro capricho, parecemos olvidar que ir a misa construye la comunidad eclesial. Tu parroquia puede necesitarte como lector, o para cantar en el coro, o para recoger la colecta. Ver a tu familia en la Iglesia podría ser justo la cosa que una persona anciana necesita para alegrar su solitario domingo. Hay muchas razones por las que somos una comunidad de fe y nos juntamos para rendir culto a Dios.

5. Cuando las cosas son difíciles o aburridas, no tengo que hacerlas.
Si no vamos a misa y le decimos a nuestros hijos que es porque la misa es “aburrida” o que “no sacamos nada de ella”, nuestros hijos aprenden que solo tenemos que hacer las cosas que son divertidas y emocionantes. Esto, sencillamente, no es verdad, ni en lo que concierne a la fe ni en lo que concierne a la vida diaria. La mayor parte de la gente no encuentra divertido ni emocionante pagar sus impuestos, pero aun así tenemos que hacerlo.

6. Dudamos de la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía y de las gracias que recibimos comulgando.
Si crees realmente que Jesucristo está presente en la Eucaristía y que viene a nosotros cada domingo en misa, ¿qué te aparta de Él? ¿Por qué no querrías recibir las gracias que Él ha prometido por medio de este increíble regalo? Nuestro Catecismo nos enseña que “la Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia” (1407).

Queridos padres, sé y comprendo perfectamente lo difícil que es llevar a los niños a la iglesia. A menudo, cuando acaba la misa, me siento como si acabase de participar en un torneo de lucha. Por mucho que lo planifique y prepare, muchísimos días los niños son algo menos que angelicales.

Es una batalla. Pero es una batalla que vale la pena librar. No hay mejor lugar para llevar a nuestros hijos que a los pies de Jesús. No hay mejor lección que enseñarles que poner a Dios siempre en primer lugar, sea lo que sea lo que esté pasando en nuestra vida y lo difícil que resulte ir a misa.

Adivina: ¿qué pasará si esperas a llevar los niños a misa a que se comporten mejor o a que tu vida no esté tan ajetreada? Que eso no pasará.

Satanás siempre nos ofrecerá una excusa para que nos saltemos la celebración de la más elevada forma de oración que tenemos en la tierra, pero Dios siempre nos dará las gracias para responder con un “sí” cuando le pidamos que nos ayude.

Convierte la misa dominical en algo que tu familia haga invariablemente unida. Créeme, la bendiciones y gracias que recibirás por esta disciplina transformarán tu vida familiar de forma poderosa.

Artículo originalmente publicado, en inglés, en Catholic-Link.com
Traducido y adaptado por Religion en Libertad

NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO, 27 DE JUNIO


NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
27 DE JUNIO



De los innumerables títulos de la Madre de Dios, pocos son tan expresivos como el de Perpetuo Socorro. La milagrosa imagen venerada bajo esa invocación es rica en simbolismo.


Habrá alguien que nunca se haya afligido en momentos de dificultad o ante el anuncio de una tragedia? ¿O que jamás haya necesitado ayuda, ya fuera espiritual, psicológica, afectiva o material?

Con toda seguridad que no, puesto que el ser humano, lejos de bastarse a sí mismo, necesita ayuda por naturaleza: no tiene condiciones de vivir sin el apoyo de sus semejantes, y mucho menos sin el continuo sustento de Dios, Creador del universo.

A una carencia inevitable, una solución infalible

Para ese estado de carencia inevitable Dios nos ofrece a todos una solución infalible: recurrir a la Madre suya y nuestra. Eso ya explica muy bien el título de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, el cual señala la certeza del auxilio que se nos dará si recurrimos a ella.

“Perpetuo Socorro” indica una fuente de misericordias que nunca se agota, jamás se interrumpe. “Nunca” significa en ningún tiempo, ningún lugar, ninguna circunstancia. Por más que una situación haya empeorado, por graves y numerosos que sean nuestros pecados, la Virgen María quiere mantenernos continuamente bajo su insondable protección y celestial amparo.

Así, no asombra que la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro haya conquistado todos los países del mundo. ¿Cómo nació?

Robo sacrílego, increíble porfía

Hacia 1496 se veneraba en una iglesia de la Isla de Creta un milagroso icono de la Virgen María. Según la tradición, un artista desconocido lo había pintado en el siglo XIII inspirándose en una pintura más antigua atribuida a san Lucas.

Para nosotros, la historia parte ese mismo año con un crimen sacrílego: un comerciante que calculaba vender a buen precio la venerable pintura, la hurtó y se hizo a la mar. Al año siguiente llegó a Roma, pero cayó gravemente enfermo. Un amigo, mercader como él, lo hospedó en su casa; poco antes de morir el agonizante le descubrió su vergonzoso hurto, pidiéndole que llevara el cuadro a una iglesia para recibir un culto digno, a lo que éste accedió.

Al morir el comerciante, su amigo romano se dispuso a cumplir su promesa, pero su mujer lo persuadió de guardar el cuadro en casa. Apareció entonces la Virgen María y le pidió que lo llevara a una iglesia, pero no la obedeció. Volvió la Madre de Dios otras dos veces e incluso lo amenazó de muerte si seguía desobedeciendo; pero su mujer se opuso nuevamente y él se mostró más sumiso a ella que a la Reina de los Ángeles. En una cuarta aparición, le dijo al fin la Virgen:

- Te avisé, te amenacé, pero como no me has querido creer, es necesario que tú salgas primero para que yo pueda encontrar un lugar más digno.

De hecho, el obstinado abandonó enseguida su casa, pero en el féretro y rumbo a la sepultura, la Santísima Virgen se apareció entonces a su hija de seis años para decirle:

- Santa María del Perpetuo Socorro os requiere para que la saquéis de vuestra casa, a menos que todos queráis morir sin demora.

La viuda tomó en serio la advertencia porque había tenido una visión idéntica a la niña, pero su vecina la convenció de mantener el cuadro en casa. Esta mujer sufrió enseguida el ataque de terribles dolores, y arrepentida de su mala acción recurrió a la misericordia de María, curándose al tocar el milagroso cuadro. La Santísima Virgen se apareció una vez más a la niña y le comunicó que debían llevar el cuadro a la iglesia de San Mateo, situada en la Via Merulana, entre las basílicas de Santa María la Mayor y San Juan de Letrán.

Una de las iglesias más visitadas de Roma

La viuda, la hija y la vecina se dieron prisa en comunicar los prodigiosos hechos a los Padres Agustinos, encargados de la iglesia mencionada. La noticia corrió por la ciudad como un reguero de pólvora, y cuando el 27 de marzo de 1499 llegó el momento de trasladar el cuadro, se formó una grandiosa procesión en compañía de numerosos miembros del Clero y una multitud de fieles.

Por espacio de tres siglos la santa imagen fue venerada en la iglesia de San Mateo, adonde los fieles llegaban de todas partes en tan abundante número, atraídos por la fama de los milagros ocurridos gracias a la intercesión de la Virgen del Perpetuo Socorro. En poco tiempo la iglesia pasó a ser una de las más visitadas de Roma.

Sin embargo, nuevas dificultades vendrían a interponerse entre la Madre de Misericordia y sus hijos.

Abandonada en una capilla, olvidada por casi todos

En 1798 las tropas de Napoleón invadieron Roma, exiliaron al Papa Pío VI y, so pretexto de fortalecer las defensas de la ciudad, arrasaron con 30 iglesias, San Mateo entre ellas. Fue el fin de innumerables reliquias y gran número de imágenes sagradas; a pesar de todo, el milagroso icono fue salvado en el último momento por un sacerdote que lo llevó primero a la iglesia de San Eusebio y después a la capilla privada de los agustinos en el convento de Santa María in Posterula.

El torbellino de acontecimientos políticos y bélicos que sacudieron las primeras décadas del siglo XIX borró casi todo recuerdo de la Madre del Perpetuo Socorro y su bondad para recibir a los hijos que iban en su busca. La imagen terminó relegada a una capilla secundaria de Roma por más de medio siglo, sin ningún acto especial de devoción, sin ornamentos, sin una lamparilla al menos que indicara su augusta presencia. Casi todos parecían haberla olvidado.

"Hagan que el mundo entero la conozca"

Casi todos… pero no Fray Agustín Orsetti, antiguo fraile de la iglesia de San Mateo. En su corazón el fervor no había decaído, y su mente atesoraba el recuerdo de los numerosos milagros obtenidos por esa Madre incomparable. Hacia 1850, ya anciano y casi ciego, hizo amistad con un joven llamado Miguel Marchi, asiduo de la capilla de Santa María in Posterula. Muchos años más tarde, este antiguo monaguillo, convertido ya en sacerdote redentorista, contó que “el buen fraile” acostumbraba referirse con ansiedad a la triste situación de su querida imagen: “Hijo mío, no te olvides que la imagen del Perpetuo Socorro que está en nuestra capilla. Era muy milagrosa. Nunca te olvides, ¿entendiste?"

Fray Agustín murió en 1853 sin ver realizado su sueño de que la Virgen del Perpetuo Socorro fuera expuesta de nuevo a la veneración pública. Aparentemente, los esfuerzos y confiadas oraciones del celoso agustino habían sido infructuosos.

Sólo en apariencia. Su joven amigo, más tarde padre Miguel Marchi CSSR, ¡no se olvidaría!

A mediados del siglo XIX la Congregación de los Padres Redentoristas fue invitada por el Bienaventurado Pío IX a instalar en Roma su Casa General. Como se verá, quien conducía dicha Congregación a la Ciudad Eterna por voz del Papa era la propia Madre del Perpetuo Socorro.

Los Redentoristas, sin saber nada de los hechos relatados, adquirieron un terreno en la Via Merulana… en el mismo lugar donde estuviera una vez la iglesia de San Mateo. Ahí construyeron un convento y la iglesia de San Alfonso. Uno de los sacerdotes, estudiando el sector de la ciudad en que se habían establecido, no tardó en descubrir la providencial coincidencia: su iglesia se situaba exactamente en el sitio ocupado antes por la iglesia de San Mateo, en la que se veneró por siglos la milagrosa pintura de la Virgen del Perpetuo Socorro. Comunicó el hallazgo a sus hermanos de hábito; y escuchándolo entre ellos estaba el Padre Miguel Marchi, nada menos. Éste, a su vez, relató todo cuanto le había dicho sobre esa imagen el viejo fraile agustino del convento de Santa Maria in Posterula.

En esto aparece con nitidez la mano de la Virgen Santísima guiando los acontecimientos. Inspiró en los corazones de sus hijos misioneros el ferviente anhelo de ofrecer nuevamente a la veneración pública el cuadro milagroso. A instancias de ellos, el Superior General de la Congregación, P. Nicolás Maurón, se dirigió al Papa para formular el pedido directamente. Recibido en audiencia por Pío IX, le expuso la historia del icono y la solicitud de confiarlo a su congregación para que recibiera otra vez las honras y súplicas de los fieles en el mismo lugar elegido por la Virgen María en 1499.

El Papa lo oyó todo con atención y escribió de puño y letra esta nota fechada el 11 de diciembre de 1865: “El Cardenal Prefecto de Propaganda llamará al superior de la comunidad de Santa Maria in Posterula y le dirá que es Nuestro deseo que la imagen de la Santísima Virgen, a la que se refiere este pedido, sea colocada de nuevo entre [las basílicas] de San Juan [de Letrán] y Santa María la Mayor; los redentoristas van a sustituirla por otro cuadro adecuado".

Enseguida, el Santo Padre entregó a los redentoristas, por medio de su superior general, la misión de difundir la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro: “Hagan que el mundo entero la conozca!"

"¡Oh María, termina lo que empezaste!"

Los Padres Agustinos asintieron con respeto filial al deseo del Sumo Pontífice y entregaron el milagroso cuadro a sus nuevos guardianes. En una solemne procesión, cerca de 20 mil fieles lo llevaron por las calles adornadas de flores hasta la iglesia de San Alfonso.

La Madre del Perpetuo Socorro manifestó su satisfacción ese mismo día a través de algunos milagros. “¡Querida Madre, cura a mi hijo o llévatelo al Cielo!”, imploró una angustiada madre desde la ventana de su casa, levantando en sus brazos al hijito moribundo mientras el cuadro pasaba por la calle. En ese instante su hijo quedó curado.

2.jpg Poco más adelante, otra madre pidió la curación de su hija, atacada por una parálisis total. Inmediatamente, las piernas de la niña cobraron fuerzas, pero sólo las suficientes para empezar a caminar. Madre e hija fueron al día siguiente a la iglesia de San Alfonso y suplicaron: “¡Oh María, termina lo que empezaste!” Y la niña salió completamente restablecida.

Comenzó así una nueva fase en la historia del milagroso icono mariano. Hoy sigue recibiendo maternalmente a sus hijos e hijas en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Y gracias al celo de los Padres Redentoristas, miles de iglesias se han levantado en su honor en todas partes del mundo.

Un cuadro de rico simbolismo

El milagroso icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro mide 53 por 41 centímetros. Es una pintura de estilo bizantino, realizada en madera sobre fondo dorado, color muy empleado por los artistas de la Antigua Roma cuando se debía retratar a grandes personalidades. Para este caso, el oro es un expresivo símbolo de la gloria de la Reina del Cielo.

Más que retratar a María, la pintura reproduce una escena.

La Virgen sostiene con desvelo, afecto y adoración al Niño Dios; sin embargo, no lo está mirando a él sino a nosotros, sus hijos adoptivos. Jesús no la mira a ella ni a nosotros; la atención de su divina mirada se dirige a los dos ángeles que portan los instrumentos de la Pasión: a la izquierda san Miguel, de manto verde, con la lanza y la esponja de vinagre; a la derecha san Gabriel, de manto violáceo, con la cruz y los clavos que perforaron pies y manos al Redentor.

Un pormenor altamente expresivo es la sandalia que cuelga del pie derecho del Niño, pendiente de un hilo, casi cayéndose. Simboliza muy bien la situación del alma en pecado mortal: prendida a Jesús por un hilo, la devoción a María.

Bajo el manto azul, María viste una túnica roja. En los albores del Cristianismo, las vírgenes se distinguían con el color azul, símbolo de pureza, y las madres con el color rojo, signo de caridad. La combinación cromática define estupendamente a María, Virgen y Madre. Se nota también el verde en el revés de su manto. Como la combinación de los tres colores era privilegio de la realeza, la soberana dignidad de la Reina de los Ángeles y de los Santos queda bien representada en su vestimenta.

En lo alto del cuadro, escritas en letras griegas y la mitad a cada lado, figuran las iniciales de la expresión “Madre de Dios”; al lado de la cabeza del Niño, las iniciales de “Jesucristo”; sobre el ángel a la izquierda, “el Arcángel Miguel”; y sobre el otro, “el Arcángel Gabriel".


(Revista Heraldos del Evangelio, Jun/2006, n. 35, pag. 36 a 39)

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Súplicas a nuestra Señora del Perpetuo Socorro en alivio de las almas del Purgatorio.



¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Tan grande es tu bondad, que no puedes descubrir miserias sin compadecerte. Mira, te suplicamos, con caritativos ojos las afligidas almas que sufren en el purgatorio, sin poderse procurar alivio alguno en sus tremendas penas, y muévete a compasión. Por tu piedad y por el amor que tienes a Jesús, te pedimos mitigues sus sufrimientos, y les procures eterno descanso. Pero ¡ah! ¡Cuán dolorosa debe  ser para tu maternal corazón la conducta de innumerables cristianos, que dejan en el olvido a las pobres almas del purgatorio! ¡Esperan nuestros sufragios y apenas hay quien se acuerde de ellas! ¡O María! dígnate inspirar a todos los fieles una tierna y viva compasión por nuestros hermanos difuntos; comunícales un ardiente deseo de ofrecer por ellas obras satisfactorias, y ganar, en su favor, cuantas indulgencias les sean aplicables, a fin de que pronto vayan a gozar de Dios. Oye ahora las súplicas que por ellas te hacemos:
Para que salgan de aquella tenebrosa cárcel, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que Dios les perdone la pena de sus pecados (*)
Para que se abrevie el tiempo de sus sufrimientos,
Para que se apaguen sus llamas abrasadoras,
Para que un rayo de luz celestial ilumine sus horrendas tinieblas,
Para que alcancen alivio en sus penas y amargas angustias,
Para que su tristeza se cambie en perpetua alegría, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que se mitigue su ardiente sed de los bienes eternos, (*)
Para que se llenen pronto sus deseos vivísimos de entrar en la gloria.
Por las almas de nuestros padres e hijos, 
Por las almas de nuestros parientes,
Por las almas de nuestros amigos, 
Por las almas de nuestros bienhechores, 
Por las almas que sufren en aquellas llamas por culpa nuestra,
Por las almas de aquellos, que en su vida nos hicieron sufrir,
Por las almas más desamparadas,
Por las almas que sufren mayores tormentos,
Por las almas que están más cerca de entrar en el cielo,
Por las almas que durante su vida te han amado más a ti y a tu divino Hijo, 
Por las almas de aquellos que sufren hace más tiempo,
Por todas las benditas almas del purgatorio,
Por tu inefable misericordia,
Por tu inmenso poder, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad, (*)
Por tu maternal bondad, 
Por tu incomparable maternidad, 
Por tus preciosas lágrimas,
Por tus acerbos dolores, 
Por tu santa muerte,
Por las cinco llagas de tu amado Hijo,
Por su dolorosísima muerte en el árbol de la Cruz,
Para que se apliquen con abundancia a los difuntos las súplicas de los vivos,
Para que la gloriosa legión de los santos las socorra sin cesar, 
Para que los nueve coros de los ángeles las reciban con regocijo,
Para que tus ojos maternales les echen una mirada de compasión,
Para que las haga felices la vista de tu divino Hijo, Para que por la contemplación de la Santísima Trinidad sean bienaventuradas,
Para que se haga cada día más fervorosa nuestra devoción a las almas,
Para que se ofrezcan siempre más y más oraciones, indulgencias y obras satisfactorias por ellas,
Para que nosotros recibamos el premio eterno de nuestra devoción a las almas, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que las almas, que hayamos librado del purgatorio, hagan un día lo mismo con nosotros, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.

Oración: ¡Oh Madre compasiva del Perpetuo Socorro!, mira te ruego, a esas afligidas almas que la justicia de Dios tiene sumergidas en las llamas del purgatorio. Ellos son caros objetos del amor de tu divino Hijo; ellas lo han amado durante su vida, y al presente se abrasan en deseos de verle y poseerle; pero no pueden romper sus cadenas por sí mismas, ni salir del fuego terrible que las devora. ¡Conmueva tu tierno corazón la vista de su dolor!  Dígnate consolar a esas almas que te aman y suspiran sin cesar por Ti; son hijas tuyas, muestra que eres para ellas Madre del Perpetuo Socorro. Visítalas, mitiga sus penas, abrevia sus sufrimientos, y apresúrate a librarlas alcanzando de tu divino Hijo les aplique los méritos infinitos del santo sacrificio que por ellas se celebra.
Amén.

Un Credo por los devotos.



Cortesía de: José Gálvez Krüger

PAPA FRANCISCO A CARDENALES: SOMOS LOS ABUELOS DE LA IGLESIA LLAMADOS A DARLE SENTIDO


El Papa a Cardenales: Somos los abuelos de la Iglesia llamados a darle sentido
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 27 Jun. 17 / 01:56 am (ACI).- El Papa Francisco negó que la Iglesia sea una institución gobernada por ancianos, y animó a los Cardenales y Obispos que ya tienen una edad avanzada, a vivir en la Iglesia “como abuelos que cuidan y enseñan a sus nietos”.

El Santo Padre realizó esta afirmación durante la Misa, concelebrada con los Cardenales presentes en Roma, que presidió en la Capilla Paolina del Palacio Apostólico del Vaticano con motivo del 25 aniversario de su Ordenación Episcopal, que tuvo lugar el 27 de junio de 1992.

En ella, reflexionó sobre los tres mandatos que Dios le da a Abraham, y que son asumibles también para los Cardenales, Obispos y demás pastores de la Iglesia: “levántate, mira y espera”.

El Papa comenzó su homilía recordando que “en la primer lectura hemos escuchado cómo continúa el diálogo entre Dios y Abraham, ese diálogo que comenzó con aquel ‘deja tu tierra’”.

Explicó que en ese diálogo se encuentran tres imperativos: levántate, mira y espera. “Tres imperativos que muestran el camino que debe recorrer Abraham y también el modo de hacerlo: levántate, mira, espera”.

Levántate

“Levántate, camina, no te quedes parado”, eso es lo que Dios le dice a Abraham “y a todos nosotros”. “Tienes una misión, una obligación, y debes hacer el camino. Levántate, en pie”.

Abraham escuchó ese mandato sin protestar, a pesar de su edad, “y comenzó a caminar. Siempre en camino, y el símbolo de esto es la tienda. Dice el libro del génesis que Abraham andaba con la tienda, y cuando se paraba, la montaba. Abraham nunca hizo una casa para él. En ocasiones construía un altar para adorar a Aquel que le mandaba levantarse, ponerse en camino con la tienda”.

Mira

El segundo imperativo es “mira”, “levanta los ojos, y allí donde estés, dirige la mirada en medio del oriente y el occidente, mira el horizonte. No construyas muros. Mira siempre y ve adelante. Es la mística del horizonte: cuanto más avanzas, más lejano está el horizonte. Dirige la mirada, adelante, siempre caminando hacia el horizonte”.

Espera

Por último, Dios le pide que tenga paciencia, que espere, “y se lo dice a un hombre anciano que no pudo tener hijos. Le dice: ‘Tu heredad será como el polvo de la tierra, y si alguien puede contar el polvo de la tierra, podrá contar el número de tus descendientes’”.

Y más adelante le dice: ‘Levanta la mirada y mira el cielo, cuenta las estrellas: así será tu descendencia’. Y Abraham creyó y el Señor le concedió la justicia”.

“Nunca muros, horizontes: levántate, mira, espera. La esperanza es sin muros, siempre con horizontes”.

Abuelos de la Iglesia

A continuación, tras reflexionar sobre estos tres imperativos, Francisco se dirigió a los Cardenales de la Curia para explicarles que, aunque casi todos tienen ya, al igual que él, una edad avanzada, deben seguir el ejemplo de Abraham, quien asumió la vocación y la misión que Dios le encargó cuando ya era anciano.


El Pontífice explicó que cuando Abraham recibió la llamada de Dios, “tenía más o menos nuestra edad. Estaba más bien camino a retirarse, para descansar. Era un hombre anciano con el peso de la vejez, esa vejez que trae el dolor, las enfermedades, pero él como si fuera un joven, un ‘scout’: levántate y ve. Mira y espera”.

“Estas palabras de Dios son también para nosotros, que tenemos una edad como aquella de Abraham, y a nosotros hoy el Señor nos dice lo mismo: levántate, mira y espera. Nos dice que no es hora de poner nuestra vida en cierre, que no es hora de cerrar nuestra historia. El Señor nos dice que nuestra vida está todavía abierta, en misión, una misión que se resume en esas tres palabras: levántate, mira y espera”.

El Obispo de Roma rechazó las acusaciones de “gerontocracia”, gobierno de los ancianos, en la Iglesia, y señaló que los Cardenales y los Obispos, sobre todos aquellos que ya tienen una edad avanzada, deben ser como “abuelos” que enseñan a sus “nietos”.

“Algunos, que no nos quieren demasiado, dicen de nosotros que somos la ‘gerontocracia’ de la Iglesia. Es una maldad, no comprenden lo que dicen, nosotros no somos viejos, somos abuelos, y si no sentimos esto tenemos que pedir la gracia de sentirlo, abuelos a los que miran sus nietos, a los que debemos dar un sentido de la vida con nuestra experiencia. Abuelos que no están cerrados en la melancolía de la historia, sino abiertos”.

“Para nosotros –continuó– ese ‘levántate, mira y espera’ se llama soñar. Somos abuelos llamados a soñar y a dar nuestro sueño a la juventud necesitada de hoy, porque ellos tomarán de nuestro sueño la fuerza para llevar adelante sus obligaciones”.

Y concluyó insistiendo en que lo que Dios les pide es ser ‘abuelos’ de su pueblo. “Eso es lo que el Señor nos pide hoy: ser abuelos, tener la vitalidad de dar a los jóvenes lo mejor de nosotros, sin cerrarnos. Ellos esperan de nuestra experiencia y de nuestros sueños positivos la profecía y el trabajo para ir adelante”.

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 27 DE JUNIO


Nardo del 27 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, confianza y amor!

Meditación: Jesús, mi corazón se ha puesto triste...porque Tú, que tanto nos quisiste, que nos redimiste, nos miras a través de los siglos y nos dices lleno de dolor y de amor: "...la falta de confianza lastima mis entrañas...". Señor, Tú sabes lo que siento cuando te veo clavado y muriendo por Amor, pero sin recibir amor, pues hoy nuevamente te lo negamos. No confiamos en Vos, no creemos que eres el único Dios, no vivimos para Vos, pues si te amáramos confiaríamos en Ti, y Tú serias nuestro único descanso. Señor, mi amado, Tu sabes que te amo y que por ti clamo, pero también sabes cuan pequeño es mi amor, pues muchas veces te he negado. Hoy Te pido perdón, y como sabes bien que Tú eres mi querer, te pido que aumentes mi fe, que me bañes en el manantial de Tu amor, para ser así el más fiel a mi Rey. Que sea como Tu Mamá: fiel por toda la eternidad. Y hoy te digo despacito y al oído, a Ti, Mi Cristo, a Ti, Mi Señor Bendito: "Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Sé mío".

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Digamos varias veces al día "Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío, más aumenta mi fe".

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 27 DE JUNIO


Los cinco minutos de María
Junio 27



Difícilmente podríamos definir la casa donde vivió la familia de Nazaret; no sabríamos si ver en ella un templo donde se tributaba el más cálido culto a Dios o el hogar donde se vivían las más perfectas relaciones de amor entre los tres integrantes de aquella Sagrada Familia.

María estaba allí como la animadora de toda aquella actividad, como el brasero que contenía las brasas del fuego del amor que unía aquellos tres santísimos corazones.

Santa María, discípula perfecta de Jesús, que llegue yo a ser también fiel discípulo suyo, capaz de irradiar el calor de su amor al mundo.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ MARTES!!!




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