lunes, 5 de marzo de 2018

MARÍA, LA MUJER DEL PERDÓN


María, la mujer del perdón



“Yo perdono pero no olvido”, escuchamos decir algunas veces. Estamos transitando el tiempo de Cuaresma, encaminándonos hacia la Pascua, una oportunidad para reflexionar acerca del significado del perdón en la sociedad y en nuestras vidas.

Cuaresma es tiempo de conversión, de reconciliación, de encuentro con Dios y con los hermanos; tiempo de preparación para ese paso gozoso de la muerte del pecado a la vida de la gracia, de la tristeza que produce el resentimiento, el rencor, a la alegría que caracteriza a la Pascua.

Y, claro, en este tiempo en el que la violencia, la incomprensión, el egoísmo se manifiestan de una manera escandalosa, el tema del perdón surge inevitablemente. El anhelo de paz, de justicia, de amor es el clamor del corazón de quienes han descubierto el valor inmenso de su Bautismo, su total gratuidad y la importancia de su misión en la construcción del Reino de Dios, aquí y ahora.

Cuaresma es tiempo de contemplación, tiempo de silencio, tiempo de escucha, tiempo de oración. Resulta imposible contemplar a Jesús Crucificado, clavando su mirada pura, nublada por el dolor, en el discípulo amado, el más joven y en su Madre, entregándole uno al otro, para que continúen el camino juntos. ¿Quién puede no conmoverse al ver a la Virgen con el cuerpo muerto de Jesús en sus brazos, como a un niño pequeño al descenderlo de la cruz, de la misma manera que lo tenía en el humilde pesebre de Belén, donde habían ido a parar por la obediencia a la ley y dureza del corazón de sus habitantes.

Conmueven las fibras más íntimas del ser esas palabras del Señor ante la crueldad de quienes lo maltratan sin piedad: “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”.

Pensemos un momento en la casita de Nazaret, en el hogar de la Sagrada Familia, donde el trabajo, el canto de los Salmos, la alegría reinaban cotidianamente. Fue la Virgen, sin duda, la que le enseñó a Jesús a perdonar setenta veces siete, a perdonar siempre y a no tener en cuenta las ofensas recibidas.
  
Observamos en la actualidad tanto veneno intoxicando a personas, familias, comunidades… La violencia, el rencor, el deseo de venganza, la mentira, la falta de paz son constantes. Sabemos que “la paz es fruto de la justicia pero es imposible que haya justicia sin perdón” (San Juan Pablo II).

El Papa Francisco, el 1° de enero de 2016, decía: “La fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y la venganza. Sólo quien ama de verdad es capaz de perdonar, olvidando la ofensa recibida”. Es posible, entonces, con la gracia de Dios, perdonar y olvidar el daño que pudieron habernos causado.

Que la Santísima Virgen, Reina de la Paz, la Mujer de la Reconciliación y el Perdón nos guíe con su ternura maternal por el camino de la verdad, del agradecimiento, de la misericordia para que seamos capaces de vivir esta Pascua como verdaderos instrumentos de Dios, como mensajeros de Paz, poniendo amor donde haya odio, perdón donde haya ofensa, alegría donde la tristeza no permita vivir el gozo pascual, como seres nuevos, resucitados, para que la luz que se encendió el día de nuestro Bautismo no se apague jamás y pueda disipar las tinieblas que intenten ocultarla.



© Ana María Casal

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 5 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
5 de Marzo




Sólo Cristo puede operar el cambio, la transformación del sufrimiento en paz, del resentimiento en verdadera caridad, de la angustia en alegría.

Con Cristo presente el orgullo desaparece, la susceptibilidad se evapora, el amor propio crece.



* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY 5 DE MARZO 2018

La experiencia del amor de Dios
Santo Evangelio según San Lucas 4, 24-30. Lunes III de Cuaresma.


Por: H. Michael Vargas, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, ayúdame por favor a experimentar tu amor en cada instante de mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria".
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hacia un precipicio de la montaña donde estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En la vida, es bueno aprender a tener certezas, fundamentos; una roca firme en la cual nos podemos sentir seguros, afianzarnos, sin que cambie nuestra manera de amar, o sin dejarnos abatir por las dificultades o inconvenientes que van surgiendo día a día.
Teniendo en cuenta este fundamento en nuestra vida, notaremos que pocas cosas cambiarán. Sí cambiarán las circunstancias, los lugares, los momentos, incluso las personas, pero no cambia el hecho de que somos amados por Dios, pues la mayor certeza y fundamento que podemos tener en la vida, es el experimentar y gozar de este amor que no sólo es temporal, sino que se vive para toda la eternidad.
Al experimentarlo, como lo experimentaron la viuda y el leproso del Evangelio de hoy, vemos que en primer lugar, no es un amor en multitud, ya que no somos un número más en el mundo, al contrario, es un amor personal, de un padre que vela, que ama a cada uno de sus hijos y que sale al encuentro de aquél que se siente necesitado. Otro aspecto que podemos descubrir es el hecho de que es un amor sin medida, pues Dios se dona a nosotros aun en los momentos en que experimentamos la fragilidad humana. Para experimentarlo debemos dejar abierta la puerta de nuestro corazón, recogernos interiormente e intentar escuchar la dulce y suave voz de Dios, que susurra, ¡te amo!, en cada momento de la vida.
Dios no nos ama porque nosotros tengamos ninguna razón que suscite amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor, y el amor tiende, por su naturaleza, a difundirse, a entregarse. Dios tampoco vincula su benevolencia a nuestra conversión, más bien es una consecuencia del amor de Dios.
(Catequesis del Papa Francisco, 14 de junio de 2017)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Demostraré mi amor a Dios viviendo con alegría ante las dificultades e imprevistos que surjan en la vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

BUENAS NOCHES





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