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domingo, 6 de noviembre de 2022

11 CITAS BÍBLICAS QUE AFIRMAN QUE EXISTE EL PURGATORIO



11 citas bíblicas que afirman que existe el Purgatorio

Redacción ACI Prensa



Te explicamos qué dice la Biblia sobre la existencia, origen y misión del Purgatorio en el Plan de Dios para la salvación de las almas.


¿Qué es el Purgatorio?

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que el Purgatorio es una “purificación final” que deben atravesar para llegar al Cielo todos aquellos “que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación”.

El autor y apologista católico Dave Armstrong señaló en un artículo publicado en National Catholic Register que a lo largo de los años, santos y teólogos como Orígenes, San Ireneo, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo encontraron en la Biblia descripciones sobre el Purgatorio.

A continuación, compartimos 11 citas de la Biblia que confirman la existencia del Purgatorio:


1.- Salmos 66:12

"Dejaste que un cualquiera a nuestra cabeza cabalgara, por el fuego y el agua atravesamos; mas luego nos sacaste para cobrar aliento”.

Armstrong indicó que Orígenes y San Ambrosio consideraban que este salmo hace referencia al “agua del bautismo y el fuego del Purgatorio”.


2.- Isaías 4:4

“Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador”.

El apologista recordó que San Agustín en el libro 20 capítulo 25 de la “Ciudad de Dios”, interpreta este pasaje como una descripción del Purgatorio y resaltó que el versículo anterior hace referencia a las personas salvadas.


3.- Miqueas 7:9

“La cólera de Yahveh soportaré, ya que he pecado contra Él, hasta que Él juzgue mi causa y ejecute mi juicio; Él me sacará a la luz, y yo contemplaré su justicia”.

Armstrong señaló que “San Jerónimo consideró este versículo una clara prueba del Purgatorio”.


4.- Malaquías 3:3

“Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para Yahveh los que presentan la oblación en justicia”.

El autor señaló que “Orígenes, San Ireneo, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo pensaron que esta era una descripción del Purgatorio”.


5.- 2 Macabeos 12:44-45

“Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso”.

“Los judíos ofrecieron expiación y oración por sus hermanos fallecidos, quienes claramente habían violado la ley mosaica. Tal práctica presupone el Purgatorio, ya que los que están en el Cielo no necesitan ayuda y los que están en el Infierno ya no pueden ser socorridos”, resaltó Armstrong.


6.- Mateo 5:22

“Pues yo os digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’, será reo de la gehenna de fuego”.

El autor recordó que San Francisco de Sales comentaba sobre este pasaje que “es solo el tercer tipo de ofensa que se castiga con el Infierno; por tanto, en el juicio de Dios después de esta vida hay otros dolores que no son eternos ni infernales; estos son los dolores del Purgatorio”.


7.- Mateo 5:26

“Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo”.

Armstrong señaló que Tertuliano, San Cipriano, Orígenes, San Ambrosio y San Jerónimo concuerdan que la “prisión” a la que hace referencia este versículo es el Purgatorio y “el ‘céntimo’ representa los pecados más leves que comete el hombre”.


8.- Mateo 12:32

“Y al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro”.

El autor señaló que si el pecado contra el Espíritu Santo “no puede ser perdonado después de la muerte, se sigue que hay otros que pueden serlo”, los cuales se limpian en el Purgatorio.


9.- 1 Corintios 3:11-15

“Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego”.

Armstrong recordó que San Agustín indica en la “Exposición sobre el Libro de los Salmos” que los hombres “se salvarán, sin duda, después de la prueba de fuego, pero esa prueba será terrible, ese tormento será más intolerable que todos los sufrimientos más insoportables de este mundo”.


10.- Hebreos 12:14

“Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.

“Incluso suponiendo que se permitiera que un hombre de vida impía entrara al Cielo, no sería feliz allí; de modo que no sería misericordioso permitirle entrar. Hay una enfermedad moral que trastorna la vista interior y el gusto; y ningún hombre que trabaje bajo él está en condiciones de disfrutar lo que las Escrituras llaman la plenitud del gozo en la presencia de Dios”, señaló San John Henry Newman.


11.- Apocalipsis 21:27

“Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero”.

El autor señaló que el historiador de la Iglesia Protestante, Philip Schaff, indicaba que “estos puntos de vista del estado medio en relación con las oraciones por los muertos muestran una fuerte tendencia a la doctrina católica romana de Purgatorio”. 

domingo, 31 de enero de 2021

EL PURGATORIO

 



El Purgatorio


Todos hemos aprendido que cuando nos morimos, puede ocurrir una de las siguientes tres cosas: vamos al Cielo directamente, vamos al Infierno, o bien vamos al Purgatorio.

El Purgatorio es un estado en el que se encuentra la persona que ha muerto en gracia de Dios pero que no está plenamente purificada, y donde se es purificado para disfrutar plenamente de la presencia de Dios. Se trata de una persona salvada que vive en el amor de Dios y la salvación pero no de una manera plena, ya que ha de esperar, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).

Sería bueno que profundicemos un poco más el conocimiento del Purgatorio y de qué manera nosotros podemos ayudar a las almas que están allí para que más prontamente lleguen a la gloria del Cielo. Y también de qué manera esas almas luego serán intercesoras y protectoras nuestras cuando lleguen al Reino de Dios.

lunes, 16 de noviembre de 2020

¿POR QUÉ SE LES DICE BENDITAS A LAS ALMAS DEL PURGATORIO?



 ¿Por qué se les dice “benditas” a las almas del purgatorio?

Redacción ACI Prensa




En un artículo del National Catholic Register, el autor católico Kevin Di Camillo describe cómo Santa Gertrudis la Grande, enamorada del Sagrado Corazón de Jesús y siempre pendiente de las benditas almas del Purgatorio, da luces sobre la situación de estas almas.


Santa Gertrudis la Grande (1256-1302) es mejor conocida por su oración por las almas del Purgatorio, la cual rezamos este mes, cerca de su fiesta (16 de noviembre), por nuestros queridos difuntos.

“Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las Misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas ánimas del Purgatorio, por todos los pecadores del mundo. Por los pecadores en la Iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia”. 

Pero, ¿por qué usamos el adjetivo “benditas” cuando se refiere a las almas del Purgatorio?,

Si estas almas son “benditas”, ¿no deberían estar en el Cielo? Y a la inversa: ¿Esas almas en el Purgatorio no son de alguna manera no benditas?, son las preguntas que llevó a Kevin a investigar sobre el Purgatorio.

El profesor del departamento de estudios religiosos de la Universidad de Niágara, P. Joseph G. Hubbert, recordó en la entrevista dada a NCRegister los tiempos difíciles en que vivió Santa Gertrudis y comentó que para “los pobres que quedaron aquí en este Valle de las Lágrimas, consignados a una vida de trabajo duro, trabajo pesado, enfermedades y el estallido ocasional de la guerra, el Purgatorio fue, de hecho, un lugar ‘sagrado’. Fue visto como un respiro del sufrimiento aquí en la tierra, un sufrimiento que era diferente del sufrimiento del Purgatorio”.

El P. Hubbert también señaló que después de la vida en esta tierra, que inevitablemente termina en la muerte, el Purgatorio es un lugar que tiene una sola dirección: “al Cielo”.

Lo que no quiere decir que el viaje a través del Purgatorio sea fácil o sin dolor. De hecho, aunque los doctores de la Iglesia desde San Agustín hasta San Gregorio Magno hablaron sobre el fuego purificador del Purgatorio, Tomás de Aquino nos recuerda que el dolor más pequeño en el Purgatorio es peor que el mayor sufrimiento en la tierra. Sin embargo, esta agonía se compensa con la “certeza de la salvación”.

Estas tres palabras, “certeza de salvación”, señala Kevin, son las que hacen que las almas del Purgatorio sean “benditas” (aunque ciertamente también son almas “pobres”, frente a las almas del Cielo que están experimentando la visión beatífica). Mientras están en lo que el Catecismo llama un “fuego de limpieza”, un concepto difícil, pero que Kevin clarifica con el recuerdo de su padre, cuando esterilizó una aguja bajo una llama antes de quitar una astilla del pie cuando era niño.

Santa Gertrudis, quien es una de las pocas santas con el título “la Grande”, era ciertamente una mujer adelantada a su tiempo. Sus visiones y devoción al Sagrado Corazón de Jesús fueron anteriores a la difusión más popular y extendida de Santa Margarita María Alacoque en Francia por más de 300 años.

Además, su concepto de las almas del Purgatorio no es solo una exposición de caricaturas dantescas que sufren todos los medios y modos de castigo, sino de almas santas, almas santificadas. Llevando a ver a una mujer cuya perspicacia en la espiritualidad mística es relevante para nosotros incluso hoy en día.

miércoles, 31 de julio de 2019

PUEDEN APARECERSE LAS ALMAS DEL PURGATORIO?


¿Pueden aparecerse las almas del purgatorio?
Conviene acoger con muchas reservas las afirmaciones sobre la duración o gravedad de las penas del purgatorio


Por: P. Antonio Royo Marín, OP | Fuente: apologetica.org 




Las almas del Purgatorio...
¿interceden por nosotros?
¿pueden aparecerse a los vivos?


Si las almas del purgatorio pueden interceder por nosotros 

Formulamos la pregunta en torno a la debatida cuestión de si podemos invocar a las almas del purgatorio para que ellas intercedan por nosotros, alcanzándonos de Dios alguna gracia.

Las opiniones están divididas entre los teólogos. Hay razones fuertes por uno y otro lado; pero creemos que se puede llegar sin esfuerzo a un término medio razonable. Vamos a exponer las razones opuestas y luego precisaremos la solución que nos parece más probable.


Argumentos en contra 

1. Es inútil invocarlas, puesto que no se enteran de nuestras peticiones. Los bienaventurados del cielo ven reflejados en la esencia divina todos nuestros deseos y peticiones, sobre todo los que tienen relación con ellos mismos; pero las almas del purgatorio no gozan todavía de la visión beatífica. Es inútil invocarlas [II–III, 83,4 ad 3].

2. Las almas del purgatorio, aunque son superiores a nosotros en cuanto a que son impecables, son inferiores en cuanto a la situación penal en que se encuentran. No están en estado de orar por nosotros, sino más bien de que nosotros oremos por ellas [II–III, 83,II ad 3].

3. La oración litúrgica de la Iglesia es una oración perfecta, a la que nada le falta. Ahora bien: jamás se hace en ella la menor invocación a las almas del purgatorio para que nos ayuden con sus oraciones. Este silencio de la Iglesia es muy aleccionador.

4. Se concibe muy bien la invocación de los santos que gozan ya de Dios y no experimentan necesidad alguna. Pero parece poco delicado pedir algo a quién está sufriendo y necesita más de nosotros que nosotros de él.

5. Nadie da lo que no tiene. Y como el fondo substancial de todas nuestras peticiones ha de ser la bienaventuranza eterna, mal nos la puede obtener quien no la posee todavía.


Argumentos a favor

1. Las almas del purgatorio están unidas a nosotros por los vínculos de la caridad. Ahora bien: la caridad, como enseña Santo Tomás, es una amistad que supone el intercambio de los propios bienes [II–III,23,I]. Luego, si nosotros les ofrecemos nuestras oraciones, en justa reciprocidad caritativa nos ayudarán ellas con las suyas. No olvidemos que conservan el recuerdo y el amor de los seres queridos y se abrazan, además, en una caridad universal.

2. No importa que no conozcan nuestras peticiones particulares. Saben muy bien que estamos llenos de necesidades y pueden pedir al Señor que nos ayude, aunque ignoren concretamente en qué. Tampoco sabemos nosotros si están o no en el purgatorio nuestros seres queridos y, sin embargo, les enviamos sufragios por si lo hubieran menester. Aparte de que, como dice el mismo Santo Tomás, pueden enterarse de lo que ocurre en la tierra por lo que les digan los que van llegando al purgatorio, o el ángel de la guarda, o una especial revelación de Dios [I,89,8 ad I].

3. Es cierto que por su estado penal están en situación inferior a nosotros. Pero téngase en cuenta que la oración no se apoya en derecho alguno sobre la justicia de Dios, sino en la pura misericordia y liberalidad divina. De lo contrario, habría que decir que los pecadores no pueden impetrar nada de la misericordia de Dios –lo que sería una herejía–, ya que su situación es muy inferior a la de las almas del purgatorio, que al fin y al cabo están en gracia y amistad con Dios y tienen asegurada su salvación eterna. Por otra parte, la magnitud de sus sufrimientos no les impide el libre uso de sus facultades psicológicas, ya que el embotamiento de la mente, que en este mundo suele producir el dolor demasiado intenso, procede de la facultades orgánicas al servicio de la inteligencia. Las penas del purgatorio, aunque intensísimas, son de orden estrictamente espiritual.

4. El dogma de la comunión de los santos proporciona otro argumento muy fuerte. Hay una influencia mutua y como una especie de flujo y de reflujo entre las tres regiones de la Iglesia de Cristo: triunfante, purgante y militante. Ahora bien: ¿en qué puede consistir esa influencia de la purgante sobre la militante sino en las oraciones que esas santas almas ofrezcan a Dios por nosotros? Esta ley es universal, y los lazos de la caridad que unen al purgatorio con la tierra caen bajo esta ley.

5. Es cierto, en fin, que la Iglesia nunca invoca en su liturgia a las almas del purgatorio. Pero sabe que la costumbre de invocarlas está extendidísima en todo el pueblo cristiano y nunca la ha prohibido ni desaconsejado. Más aún: existe una oración dirigida a las almas del purgatorio que fue indulgenciada por León XIII (14 de diciembre de 1889). En ella se pide a las almas que intercedan ante Dios “por el Papa, la exaltación de la santa madre Iglesia y la paz de las naciones”.


Solución más probable

Como se ve, los argumentos son fuertes por uno y otro lado. Teniendo en cuenta la parte de razón que tengan ambas opiniones y la práctica casi universal de los fieles de invocar en sus necesidades a las almas del purgatorio, nos parece que puede concluirse razonablemente lo siguiente: no hay inconveniente en invocar a las almas del purgatorio en nuestras necesidades; pero teniendo a nuestra disposición la poderosa intercesión de la Santísima Virgen y de los santos del cielo –muy superior en todo caso a la de las almas del purgatorio– y siendo poco delicado pedir una limosna al que en cierto sentido la necesita más que nosotros, hemos de preferir ofrecerles desinteresada y espléndidamente nuestros sufragios sin pedirles nada en retorno. Ya se encargarán ellas solas, a impulsos de la caridad y de la gratitud, de interceder por nosotros en la máxima medida en que puedan hacerlo ahora en el purgatorio y más tarde en el cielo.


Si las almas del purgatorio pueden aparecerse a los vivos

Naturalmente hablando, las almas del purgatorio están desconectadas de la tierra, y sólo por una intervención divina de tipo milagroso y con alguna finalidad honesta –escarmiento de los vivos, petición de sufragios, etc.– podría producirse su aparición ante nosotros.

Su posibilidad no puede ponerse en duda. Naturalmente no pueden ponerse en contacto con nosotros, no sólo porque están desconectadas de las cosas de la tierra, sino porque nadie puede ver sin ojos, ni escuchar sin oídos, ni sentir sin sentidos. Pero Dios puede muy bien concederles el poder de hacerse visibles a nuestros ojos, ya sea uniéndose momentáneamente a un cuerpo que las represente, o por medio de un ángel que desempeñe su papel acaso ignorándolo la misma alma [I, 89, 8 ad 2; III, 3 y 4]. En la mayoría de los casos, la aparición, aun siendo verdadera y milagrosa, no se realizará sino en la apreciación subjetiva del que la recibe (v.gr., por una inmutación milagrosa de sus ojos o de su imaginación).

En cuanto al juicio interpretativo de esas visiones o revelaciones, hacemos completamente nuestras las siguientes palabras de un teólogo contemporáneo:

“Ciertas vidas de santos están llenas de relatos maravillosos concernientes a apariciones de almas del purgatorio … El teólogo nada tiene que decir sobre el hecho de tales apariciones; corresponde al historiador el deber de pasarlos por la criba de la crítica histórica para ver lo que puede ser retenido razonablemente. Una sola norma directa puede dar aquí el teólogo: la aparición de un alma del purgatorio, siendo como es un verdadero milagro, no suele producirse sino muy raras veces. Un buen número de relatos deberían, pues, ser tenidos por sospechosos.

En cuanto a su interpretación, Cayetano recuerda sabiamente que la enseñanza de la Iglesia no se apoya jamás en revelaciones privadas, cualquiera que sea su autenticidad. Este es el caso de recordar la recomendación de San Pablo: Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gál 1,8). Las visiones y revelaciones privadas no pueden completar, ni siquiera explicar, el depósito de la fe. La razón es por que no puede haber en ellas certeza absoluta de su origen divino ni de la verdad de su contenido. Sólo la Iglesia está encargada por Jesucristo de interpretar y proponer auténticamente la revelación, y se trata aquí únicamente de la revelación pública. Por lo mismo, la aprobación o la recomendación concedida por la Santa Sede a algunas revelaciones privadas no significan en modo alguno que la Iglesia garantice su origen divino o que su contenido es verdadero, sino únicamente que, interpretadas razonablemente, no contienen nada contra la fe y pueden incluso contribuir a la edificación de los fieles. Sería, pues, completamente inadmisible que estas revelaciones privadas fueran presentadas en el mismo plano que el Evangelio, ya sea para completarle o ya para explicarle.

Tales apariciones o revelaciones las tiene la Iglesia:

a) Como posibles, puesto que no las rechaza a priori cuando hay lugar a someterlas a su juicio.

b) Como reales en ciertos casos, puesto que ha autorizado e incluso aprobado muchas de ellas, sea por sentencias permisivas o laudatorias, sea por la canonización de los santos a quienes habían sido hechas, sea por la aprobación o el establecimiento de fiestas litúrgicas basadas en ellas.

c) Como relativamente raras, porque siempre las somete a examen, si no con una positiva desconfianza, al menos con extrema circunspección.

d) Como necesariamente subordinadas a la revelación pública y hasta como justificables por la teología, que es siempre llamada a juzgarlas a la luz de la fe católica.

e) Por extrañas al depósito de revelación general y universalmente obligatoria, puesto que nunca considera como herejes a los que rehúsan admitirlas, aunque en eso puedan ser a veces imprudentes y temerarios.

Por aquí se ve cuánta circunspección se impone cuando se trata de acoger revelaciones privadas tocantes al purgatorio… Santa Brígida y Santa Matilde han suministrado algunos datos interesantes; pero las revelaciones privadas que pueden acogerse con más favor son las de Santa Catalina de Génova en su Tratado al Purgatorio, que recibió en 1666 la aprobación de la Universidad de París… Fuera de este pequeño tratado, que ha recibido una especie de pasaporte de la Iglesia, apenas se conocen revelaciones privadas sobre el purgatorio que puedan ser de alguna utilidad en teología.

Es preciso, pues, acoger con muchas reservas las afirmaciones aportadas por las revelaciones privadas (o que pretenden serlo) sobre la duración o gravedad de las penas del purgatorio. No teniendo la Iglesia ninguna enseñanza firme sobre estos dos puntos, conviene permanecer prudentes como ella” [Michel, Purgatoire: DTC 13,1314–1315].

Y si esto hay que decir de las apariciones y revelaciones privadas que en nada ofenden al dogma o a la moral católica, júzguese lo que habrá que pensar de las pretendidas “materializaciones” de los espíritus de los difuntos en las sesiones espiritistas, en las que el fraude más burdo y los errores más crasos se unen a la ignorancia y credulidad estúpida de los que se dejan embaucar por esas gentes desaprensivas para ponerse en "contacto" con los seres del más allá.

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Tomado del libro "Teología de la Salvación", del P. Antonio Royo Marín, OP
Enviado por Oscar Alonso Sánchez Hernández, Colombia.

miércoles, 19 de julio de 2017

LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Las almas del purgatorio



Por medio de la Comunión de los Santos estamos muy unidos a las almas que se purifican en el Purgatorio. Y ellas pueden hacer mucho por nosotros pero, nosotros, al no tenerlas en cuenta ni solicitarles su ayuda, desaprovechamos un mar de gracias y favores de todo género.

Es tiempo de que pensemos más en las almas del Purgatorio, ofreciendo por ellas todo lo que vamos haciendo en el día, y entonces veremos cómo nos auxilian y protegen de manera admirable.

También tenemos que encomendarnos a ellas cuando realizamos un viaje, o también encomendar a nuestros seres queridos que viajan, pues los accidentes los causa el demonio, y las Benditas Almas protegen a las personas de accidentes.

Si supiéramos todo lo que las almas purgantes pueden y quieren hacer por nosotros, no seríamos tan tibios en socorrerlas con nuestras oraciones, haciendo celebrar misas por ellas y también oyendo misas en su favor, y aliviándolas con el ofrecimiento, no sólo de pequeños sacrificios, sino haciendo las más pequeñas cosas de todos los días en su favor, para aliviarlas.

Tenemos un tesoro inagotable por descubrir: Las Almas del Purgatorio. Si nos encomendamos a ellas y encomendamos también a quienes amamos, a nuestro país y al mundo entero, entonces veremos lo que son milagros.

Pero no sólo ellas ayudan en lo espiritual, sino que prodigan favores en lo material, de modo que quedaremos pasmados de lo que pueden y quieren hacer ellas por sus benefactores.

No perdamos más tiempo, y ya que tenemos tantas necesidades de todo tipo, no dejemos pasar esta oportunidad de comenzar, a partir de ahora mismo, a ofrecer todo para el alivio de las Benditas Almas del Purgatorio.

Si tenemos que salir de casa, dejemos a las Benditas Almas el encargo de que cuide de ella. Si tenemos que hacer un viaje o tarea riesgosa, pongámoslo bajo el patrocinio de las almas purgantes. Y en todo peligro o apretura en que nos encontremos, no nos olvidemos de que las Almas del Purgatorio nos pueden ayudar y mucho. Ofrezcamos el Rosario por ellas, y cuando queramos alguna gracia, hagamos como hacía la Madre Teresa de Calcuta: ofrecía el Rosario a las Benditas Almas y ellas se encargaban de obtenerle todo.

Ellas sufren muchísimo y son infinitamente agradecidas para quienes las alivian. Y si por nuestras oraciones y sacrificios, alguna de ellas logra salir del Purgatorio y alcanzar el Cielo, tendremos un alma santa que desde el Cielo nos protegerá incondicionalmente durante toda nuestra vida, y protegerá también a quienes amamos.

Rezar por las Benditas Almas y aliviarlas es un “negocio redondo”, porque saldremos ganando y los bienes de todo tipo no se harán esperar en nuestras vidas y en las de nuestros seres queridos.


© Sitio Santísima Virgen

lunes, 13 de marzo de 2017

AHORRARSE EL PURGATORIO



Autor: José-Fernando Rey Ballesteros | Fuente: Conoze.com
Ahorrarse el purgatorio
Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida


Ahorrarse el purgatorio
El Demonio es un gran anestesista. Su oficio no se limita, como creen algunos, a ofrecerle al hombre placeres terrenos a cambio de su alma inmortal. También conoce el arte de amortiguar dolores y paliar angustias, arte que ejercita por el mismo precio y que, en muchas ocasiones, le ha rendido mejores resultados que el catálogo de orgías con que sedujo al mismísimo Fausto.

Un claro ejemplo de ello es el modo en que ha extirpado, en las conciencias de muchos católicos, el miedo a su propia existencia. En la magistral película «Sospechosos habituales» (Bryan Singer, 1995), Kevin Spacey sentencia ante un atónito inspector de policía: «La mejor estrategia del Demonio ha sido convencer a la gente de que no existe». De este modo, el hombre no se defiende de él, y le abre las puertas de par en par. El resto del trabajo, para Satanás, en un mero paseo triunfal.

En la misma línea de acción, el gran anestesista ha logrado infiltrar en muchas mentes «piadosas» el lenitivo que apacigüe la angustia provocada por el gran drama de la vida: la salvación del alma. Lo ha logrado con un argumento tan burdo como tranquilizador: «Dios, que es muy bueno, no permitirá que nadie se condene. Al final, todos se salvarán y nadie irá al Infierno». Una vez que este pensamiento se ha alojado en la conciencia, la vivencia de la fe se transforma radicalmente.

Eliminado, por la vía de la anestesia, el «problema» del más allá, la religiosidad se centrará en el «más acá», y todo el discurso religioso versará sobre las realidades terrenas. El hombre ya no tiene que preocuparse por su salvación eterna; ese asunto está solventado gracias a la bondad de Dios. Lo que debe hacer el hombre es esforzarse por transformar el mundo presente en un lugar más justo.

No es urgente, en adelante, hablar de Dios a quienes no creen, puesto que su salvación está garantizada; lo que es urgente es paliar sus necesidades temporales y aliviar sus sufrimientos. De este modo, hemos transformado el sentimiento religioso en una mera inquietud social, y hemos convertido a la Iglesia en una enorme y milenaria ONG. En resumen, hemos decapitado la Fe, amputando en ella todo lo que se eleve por encima de nuestras cabezas.

Por eso se agradece que el Papa, a quien Cristo ha encargado confirmarnos en la Fe, nos ayude a eliminar de nuestra sangre la anestesia inyectada por el Maligno y nos invite a levantar la vista hacia el verdadero drama de la Historia: la salvación. Refiriéndose a Santa Catalina de Génova, aprovechó la ocasión para impartir una valiosa catequesis sobre el Purgatorio. En una Iglesia en que, para multitud de cristianos, la curación del cáncer de un familiar se presenta como más urgente que la confesión sacramental que ayude a ese enfermo a evitar el Infierno, las palabras del Pontífice no dejan de ser un soplo de aire fresco derramado a través de la azotea. Como en la curación de aquel paralítico que vio perdonados sus pecados en Cafarnaúm, alguien tenía que levantar las losetas del techo, y el Papa no ha dudado en hacerlo. Ahora vemos el Cielo.

«En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios».

Esquivando la simpleza de considerar el Purgatorio como un lugar más allá de las nubes o bajo la corteza terrestre, Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida. El pecado ciega el alma y la incapacita para el goce de las realidades divinas. Aún alcanzado el perdón en el Sacramento de la Penitencia, la herida infligida no será cauterizada sin el fuego. Y ese fuego es el deseo insatisfecho de la contemplación de Dios, el querer ver su Rostro por el deseo natural del alma y no poder gozarlo por la ceguera causada tras el pecado. El mismo dolor, que es dolor de amor y arrepentimiento, representado en forma de fuego, al abrasar el alma anhelante de la contemplación divina, la va purificando y eliminando en ella todo apego a las realidades de este mundo. Ese dramático proceso de purificación es lo que conocemos como Purgatorio.

Tras la escucha de las palabras del Pontífice, debería encenderse, en muchos cristianos, una llama de ese mismo fuego que los llevase a liberarse de las ataduras de este mundo. La oración frecuente, la contemplación asidua, la meditación diaria de las realidades divinas va, en esta vida, desprendiendo el alma de los apegos y urgencias de la tierra para vincularla amorosamente a los gozos del Cielo. Unida a la santa práctica del ayuno y la mortificación, esa oración será la que nos permita, ahora, realizar la purificación que, de otro modo, sería necesario llevar a cabo tras la muerte.

Pero, claro… ¿Cuántas personas, hoy día, están preocupadas por «ahorrarse» el Purgatorio?

miércoles, 14 de septiembre de 2016

10 COSAS QUE QUIZÁS NO SABÍAS SOBRE EL PURGATORIO


10 cosas que quizás no sabías sobre el Purgatorio
Lejos de aquella imagen maligna de un infierno light, el Purgatorio refleja fielmente la belleza de las enseñanzas de la Iglesia


Por: Stephen Beale | Fuente: Catholic Exchange 




El purgatorio es una de las enseñanzas más incomprendidas de la Iglesia. Lejos de aquella imagen maligna de un Infierno con segunda oportunidad o un infierno light, que los críticos han procurado crear, el Purgatorio refleja fielmente la belleza de las enseñanzas de la Iglesia.

Aquí hay 10 cosas del Purgatorio que seguramente te sorprenderán:

1.- Los padres de la Iglesia nos lo enseñaron.
Usualmente el Purgatorio se asocia con el Catolicismo de la edad media, pero en la Iglesia se ha creído en él desde los primeros tiempos. Aunque no utilizaban específicamente el termino Purgatorio, está claro que muchos de los padres de la Iglesia creían, sin embargo, en su existencia. En su libro "Ciudad de Dios", San Agustín declara:

"Pero hay penas temporales que unos las padecen solamente en esta vida, otros después de la muerte y otros ahora y después. […] Mas no todos los que han de sufrir tras la muerte penas temporales caerán en las eternas, que tendrán lugar después de juicio. Hará algunos, en efecto, a quienes se perdonará en el siglo futuro lo que no se les había perdonado en el presente; o sea, que no serán castigados con el suplicio eterno del siglo futuro, como hemos hablado más arriba".

También han hablado sobre el purgatorio Orígenes, San Ambrosio, San Jerónimo, San Basilio, Gregorio de Nisa, Gregorio El Grande y San Beda.


2.- Las almas en el Purgatorio conocen su destino
Uno se pregunta, si un cristiano fiel muere y se encuentra sufriendo en el mas allá, ¿será capaz de entender la diferencia entre el infierno y el Purgatorio? ¿Sabrá que está por llegar al Cielo? Al respecto, la respuesta es un sí rotundo. La Enciclopedia Católica lo define así:

"¿Saben las almas detenidas en el Purgatorio que su felicidad solo ha sido diferida por un tiempo, o tendrán dudas al respecto de su salvación definitiva? La antigua liturgia y las inscripciones en las catacumbas hablan del "sueño de la paz", lo que sería imposible si hubiese alguna duda con respecto a la salvación definitiva".


3.- Las almas del Purgatorio pueden interceder por nosotros
A menudo nos dicen, muy atinadamente, que debemos orar por las almas del Purgatorio. Pero algunos creen que ellas también pueden orar por nosotros. Tiene sentido si lo pensamos: ellas están, después de todo, más cerca de Dios que nosotros, de tal manera que sus peticiones tienen un gran poder de intercesión. Este era de hecho, el argumento básico de teólogos como San Roberto Belarmino.

4.- Los antiguos paganos también lo creían
Así como otras culturas tienen creencias muy enraizadas sobre la vida después de la muerte, parecidas a nuestras a nuestro Cielo e Infierno, así tenían una creencia extendida de que existía algo como el Purgatorio, según nos indica la Enciclopedia Católica. Por ejemplo, el gran poema Romano épico La Eneida, describe almas que habían tenido "sus manchas de maldad… consumidas por el fuego" antes de llegar a los "gozosos campos de Elíseo". Claro que la doctrina cristiana del Purgatorio no es una idea pagana, como tampoco lo son el Cielo o el infierno.

(De hecho, 2 Pedro 2,4 utiliza para referirse al infierno la palabra, Tartarus, que se encuentra en algunas traducciones más literales de La Eneida).

5.- Las almas del Purgatorio estarán con otros creyentes
Tendemos a olvidarnos que las almas que están en el Purgatorio no están sufriendo solas – de otra forma el termino Iglesia Sufriente o Purgante, no tendría significado. Solo podemos especular, pero parece razonable suponer que las almas en el Purgatorio pueden consolarse unas a otras como lo hacemos nosotros aquí en la tierra

6.- Las almas están unión con Cristo.
Nuevamente, el Purgatorio es una especie de paso intermedio o “tiempo de espera” en nuestras vidas de fe, entre este mundo y la visión beatífica que añoramos tener en el Cielo. Si las almas en el Purgatorio efectivamente son parte de la Iglesia Sufriente, entonces de alguna forma también son parte del Cuerpo Místico de Cristo y por lo tanto permanecen unidas a Él.

¡Que más cerca podrían estar de Cristo Crucificado que en el sufrimiento del Purgatorio! Escuchamos mucho acerca de la unión de Cristo con aquellos que llevan una vida santa, pero el obvio potencial de una profunda unión en el Purgatorio parece ser subestimado.

7.- El sufrimiento es voluntario.
Santa Catalina de Génova, autora de un tratado sobre el Purgatorio, dice que una vez que el alma ha visto lo que significa el Cielo, inmediatamente acepta gustosa el Purgatorio. Por supuesto, el mismo no es voluntario en el sentido de que alguien pueda escoger no ir a él. Pero es voluntario en el sentido que el alma se somete voluntariamente al mismo, que es lo mismo que propone Santo Tomas de Aquino.

8.- Cristo consuela a quienes están en el Purgatorio
¿Recuerdas la parte del Credo acerca de que Cristo descendió a los infiernos? Tradicionalmente los teólogos consideraban al Purgatorio parte del infierno, entendiendo al infierno como cualquier lugar que no fuese el Cielo. Al descender, todos los que estaban en “alguna parte del infierno” fueron de “alguna forma visitados por Cristo”, como indica Santo Tomas de Aquino en Suma Teológica. También señala que los Santos Padres en el limbo fueron liberados, mientras que las ánimas del Purgatorio fueron consoladas.

9.- Habrá también gozo así como hay sufrimiento
Las historias tradicionales del Purgatorio se centran en el dolor y el castigo. Hay más que eso en el Purgatorio. Santa Catalina de Génova lo describe como un lugar de tremendo gozo:

"Yo creo que no se puede encontrar mayor felicidad comparada con aquella de un alma en el Purgatorio, salvo la de los Santos en el Cielo; y cada día esa felicidad crece a medida que Dios fluye en estas almas y los obstáculos a su presencia se consumen. El pecado enmohece la resistencia a Dios y el fuego quema ese moho para que el alma se pueda abrir a ese influjo divino".

10.- El Purgatorio hace santos.
Esta conclusión, aunque suene tan radical, es inevitable. La doctrina católica básica sobre quien llega al Cielo y quien va al Purgatorio puede ser definida de esta forma: aquellos que han alcanzado tal estado de santidad que no necesiten pasar por los fuegos purificadores del Purgatorio van directo al Cielo. Los llamamos, muy apropiadamente, Santos.

Dicho de otra forma, solo los santos van al Cielo. Eso es lo que el Purgatorio hace: nos transforma a todos los que terminamos ahí en Santos. Esa es la belleza de la enseñanza de la Iglesia sobre el Purgatorio.

lunes, 15 de septiembre de 2014

VIAJE AL PURGATORIO


Autor: Máximo Álvarez Rodríguez | Fuente: Catholic.net 
Viaje al Purgatorio
Si, como decía la canción para entrar en el cielo no es preciso morir, para saber lo que es el Purgatorio tampoco

 Viaje al Purgatorio


Seguramente muchos se preguntarán a ver qué es eso del Purgatorio, y tal vez lleguen a pensar que es un invento de los curas o una creencia de la gente de antes, pasada de moda. Digamos, antes de nada, que la existencia del Purgatorio es un dogma de fe y que en la práctica el pueblo cristiano siempre ha demostrado creer en él. No se explicaría de otra manera la asidua costumbre rezar por los muertos.

En muchas de nuestras iglesias aparecen cuadros o relieves que intentan de alguna manera reflejar el tormento de las almas del Purgatorio, envueltas en llamas, suspirando por llegar a Dios, pero con una gran diferencia de las representaciones del infierno. En todo caso, es normal que nos preguntemos por qué ha de existir un purgatorio.

Todos somos conscientes de que en esta vida hay personas muy buenas que se sacrifican por los demás, que son todo un ejemplo de generosidad, paciencia, fe... y que tampoco faltan quienes se dedican a abusar de los demás, a explotarlos, gente egoísta, soberbia, cruel... Algo nos dice que tiene que hacerse justicia en el momento de la muerte, de modo que no sea indiferente ser bueno o malo. Todas las religiones hablan de premio o castigo. Es verdad que los cristianos creemos en la misericordia de Dios y por ello, aunque exista la posibilidad de la condenación eterna, nos parece acorde con el amor de Dios que exista un castigo merecido de carácter temporal. Eso es el Purgatorio, una especie de tormento purificador que no es eterno.

Las representaciones artísticas del Purgatorio y del Infierno difieren enormemente: mientras en el infierno sólo se ven rostros de desesperación y diablos y bichos raros, en las que hacen referencia al Purgatorio está también representado Dios, la Virgen María y el Cielo; aparecen rostros doloridos, pero no desesperados. Y nada de diablos. Ya sabemos que éstas imágenes, más bien propias de otras épocas, son sencillamente maneras de ayudarnos a entender una realidad mucho más profunda. No hace falta ningún lugar para sufrir, sino que es suficiente el tormento del alma.

Aunque haya personas, entre las que se incluyen santos canonizados, que dicen haber entrado en contacto con las almas del Purgatorio, no es esa nuestra experiencia. Pero sí que podemos partir de algunas experiencias de esta vida para intentar comprender un poco esta posibilidad de tener que sufrir después de la muerte. Si hay alguno que no cree en estas cosas le diremos que allá él, pero que sepa que algún día, tal vez no muy lejano, podrá enterarse por sí mismo.

Veamos. El ser humano es fundamentalmente el mismo antes y después de la muerte. Se supone que muchas de las experiencias de esta vida han de tener bastante parecido con la vida futura. Aquí y allí el hombre busca la felicidad, aquí y allí puede sufrir, aquí y allí necesita amar y ser amado. Vistas así las cosas se entiende aquello de que el fuego del Infierno y el fuego del Purgatorio sea el mismo que el fuego del Cielo.

Empecemos por el fuego del Cielo. Es el fuego del amor. Si una persona está profundamente enamorada se dice que su corazón arde en deseos de encontrarse con la persona amada, y no puede encontrar mayor felicidad que en sentirse unido a esa persona. Así y no de otra manera es el amor de Dios. "La alegría que encuentra el esposo con su esposa la encontrará tu Dios contigo", nos dice Isaías.

Ahora bien, supongamos que una persona muy enamorada le hace a su amante una faena tan grande que pierde para siempre su amor, al tiempo que sigue enamorada. Eso sería el infierno: descubrir toda la belleza del amor de Dios y perderlo para siempre. Es la situación desesperada de quien experimenta un terrible remordimiento sin posibilidad de vuelta atrás, tanto más amargo cuanto mayor es el amor que siente. Ojalá nadie tenga que vivir esta situación y que el infierno no pase de ser una posibilidad nunca hecha realidad.

Pero supongamos que un marido muy enamorado ofende a su esposa, o viceversa, de tal manera que la persona ofendida no decide cortar definitivamente, pero sí durante una temporada. De momento le deja. Seguro que quien se ha portado mal siente un enorme remordimiento pesar, y que se le hacen largos los días esperando volver a encontrarse con su amor.

En los tres casos, cielo, infierno y purgatorio, se trata de haber descubierto el fuego del amor de Dios, disfrutando de él, perdiéndolo para siempre o sufriendo mientras se espera algún día gozar de él.

Si en esta vida todo el mundo trata de evitar la cárcel, aunque sea por un breve período de tiempo, también merece la pena evitar la cárcel del Purgatorio. Sin embargo con frecuencia vivimos de forma bastante irresponsable. No se trata de negar la misericordia de Dios, sino de su incompatibilidad con el pecado. Si un amigo nos invita a una boda no se nos ocurre ir sucios y mal olientes, por mucha confianza que tengamos con él. No hace falta que nadie nos lo recuerde. Cuando, tras la muerte, seamos conscientes de la belleza de Dios y la fealdad de nuestro pecado, nosotros mismos comprenderemos la necesidad de purificarnos.

Si, como decía la canción "para entrar en el cielo no es preciso morir", para saber lo que es el Purgatorio tampoco. ¡Cuántas veces se pasa por él en esta misma vida! Por eso en los momentos de sufrimiento deberíamos tener en cuenta aquello de que no hay mal que por bien no venga. Aceptemos el dolor del cuerpo y del alma como una purificación de nuestros pecados.

domingo, 13 de julio de 2014

LA ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org
En unión con las almas del Purgatorio
Rezar por ellas es un ida y vuelta, nosotros pedimos por ellas mientras que interceden por nosotros.

En unión con las almas del Purgatorio
¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra opción más que someternos a la Justicia de Dios. ¡Si pudiéramos hablar con las almas purgantes, cuantos consejos nos darían!. Ellas nos enseñarían que la diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios. Pero también es el mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad. 

Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma, en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo. ¡Que desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo Dios cuenta. 

Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo, nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por medio de la fe, la esperanza y la caridad. 

En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta ceguera vivida en la vida terrenal. Ellas esperan el consuelo de María y de San Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración: cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios, no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus sufrimientos. 

¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido a Dios, trabajando para El. Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a otros. 

Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo. Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: “he estado rezando durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han entrado al Cielo”. La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había acortado el sufrimiento. 

Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia nos conceda esa Gracia. 

¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de nuestra presencia aquí!. 

lunes, 13 de enero de 2014

ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Oración para las almas 
del purgatorio

Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. 
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.

El Señor le dijo a Sta. Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio.

sábado, 16 de noviembre de 2013

ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Oración para las almas 
del purgatorio

Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. 
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.


El Señor le dijo a Sta. Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio.
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